martes, 24 de junio de 2008

La primera vez


Es como el debut sexual, cuando uno al fin empieza a descubrir de qué se trata eso de lo que todo el mundo habla pero nadie sabe explicar. Sólo caminando una tarde por las calles y las plazas de París puedo comenzar a entender lo que no lograron mostrarme de verdad las películas de Resnais, los poemas de Víctor Hugo ni los cuentos de Cortázar. El encanto de esa ciudad me deja estúpido en el primer vistazo.

Al salir pongo a The Strokes para tirarme para arriba después de sólo tres horas de sueño y otras tantas de viaje. Pero cuando camino por la vera del Sena y se asoma la torre Eiffel por detrás de los árboles entiendo que necesito algo mucho mejor. Abbatoir Blues de Nick Cave, por ejemplo. “I’m glad you’ve come around here with your animals”, le dice, me dice.

La multitud agolpada en la base de la torre Eiffel despeja mi duda de si subir o no. Sigo de largo y camino mirando a la jirafa de hierro, de dudosa belleza. Tal vez la saturación semiótica de la torre la desgastó para mí. Como sea, la verdad es que, pese a mi ateísmo recalcitrante, la caterdal de Köln me conmovió mucho más con su presencia que ese mazacote atornillado.

El adoquinado perfecto de las avenidas, por ejemplo, es una de las cosas que excitan de las calles de parís, como la avenida D’Iena, por la que camino mientras pienso en cosas, en gente, mientras divago con la mente escuchando “Breathless” bajo los árboles de la avenida. Los árboles, otro de los puntos G.

Champs Elyssés es la avenida más hermosa que vi en mi vida. Y la camino sin cansarme. A esta altura ya estoy bien entrenado. Veo cafés y restaurantes caros, veo gente caminando en armonía, veo mujeres muy bonitas y sensuales, veo más negros de clase media alta que cuantos habré visto nunca. Veo todo, porque de lo que dicen no entiendo nada. Por eso es que París, que es tan puta, nunca va a ser mía.

Me siento en un café, pido un capuccino en inglés para sordomudos, y mientras me rindo al paisaje, Cave sigue cantando. “And I’m falling under... and I’m falling under your spell”.

1 comentario:

Anónimo dijo...

La promiscuidad de Paris no se deja seducir ni por el dinero, ni por el poder, ni por la labia de nadie; por eso Sarkozy, luego de intentarlo se definió por Carla Bruni, una puta mucho más accesible; y como vos no tenes ni el dinero, ni el poder necesarios para quedarte con alguien con la Bruni, solo te puedo decir una cosa: seguí participando!!!

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